Presiento la conciencia del mundo sobre mi voz rota
Callejón por donde reptan las dormidas mujeres de mi pesadilla
Confusa entre la multitud, duerme la palabra
Ignorante del consumismo existencial
No se puede comprar el destino
No hay precio para la desesperación
Soy marca de sangre en el infierno de mi propia morada
Silencio infectado de cicatrices
En cada herida un hombre de papel
El sentido fragmentado hacia la nada
Qué me puede ofrecer esta reconstrucción de papeles rotos
Esta arqueología de la nostalgia
Sólo en el sueño permanecen los días
El tiempo fuera de su estructura circular
Mi propio tiempo envejecido:
anciano con barba en el mar de los sargazos
Aquel que ha esperado por siglos la neblina de mi corazón
Hoy mi errante demonio
Olvidó mi nombre
Teme deslizarse hacia otros mares
Teme invocar la vida
Caer en témpanos de olvido
Multiplicar el canto quejumbroso de los muertos
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